“Cómo ser una mujer científica feliz y no morir en el intento” es un artículo que nos compartió la Dra. Hanna Oktaba, lo escribió en 1995 para el Programa Universitario de Género. A través de varias anécdotas aborda el tema de la mujer en la ciencia desde su experiencia personal.

El artículo está dividido en capítulos que publicamos cada semana. Les dejamos el quinto: “La llegada a México”.

Primer capítulo: “Contexto social”

Segundo capítulo: “Familia vs Escuela”

Tercer capítulo: “La falda hippie”

Cuarto capítulo: Maternidad vs Doctorado

(La nota está narrada en primera persona porque es una transcripción del artículo original, la autora es la Doctora Hanna Oktaba)


¿Qué otros recuerdos son importantes, que tuvieron impacto en mi vida profesional?

Durante los primeros dos, tres años de la vida de mi hija, yo me dedicaba principalmente a los estudios de doctorado, lo que significaba también participar en un proyecto de investigación del profesor que fue mi asesor de tesis. Se trató del diseño de un nuevo lenguaje de programación.

Este proyecto me ayudó mucho para que mi proyecto personal de investigación estuviera dentro de un marco más general y con el objetivo bien definido. También, durante ese tiempo, el primer año de la vida de mi hija, terminamos el libro que he mencionado anteriormente, entonces ya tuve cierta experiencia en investigación y docencia. El libro que escribimos fue principalmente didáctico, para mejorar la docencia en el área de lenguajes de programación. Por supuesto, ya estando en el doctorado me encomendaron dar cursos avanzados en los últimos años de la carrera de informática. Así obtuve mis primeras experiencias de docencia.

Familia unida o Doctorado terminado

Polonia vs México

Ahora, antes de contar lo relacionado con mi graduación de doctorado, quiero empezar el inciso que habla del doctorado vs. venida a México, o cómo venir a México y terminar el doctorado. Aquí empieza la historia relacionada con mi traslado de Polonia a México.

Este cambio, como en las vidas de muchas mujeres, estaba ligado a la oferta de trabajo que le hicieron a mi esposo. Mi esposo, después de terminar sus estudios de electrónica, empezó a trabajar en diversas empresas en Varsovia. Cuando yo estaba en mi programa de doctorado, él estaba trabajando en una empresa que hacía mantenimiento de cierto tipo de computadoras. Las mismas computadoras en esa época (fue a principios de los años ochenta) se estaban comprando también en México. El único problema era que en México no tenían ingenieros capacitados para darles mantenimiento. Entonces a alguien se le ocurrió traer ingenieros desde Polonia.

A mi esposo y a un compañero suyo les propusieron venir por seis meses a México para ofrecer servicio de mantenimiento para ese tipo de computadoras. En Polonia tenemos una visión muy romántica de México. Me acuerdo el día en que mi esposo llegó a la casa y me dijo: ”¿Sabes qué? Me proponen ir a trabajar a México.”

Fue como una lucesita, algo así como ¡ay que maravilla! Sería precioso ir a ese país tan exótico, del cual sabíamos solamente de sombreros, algunas canciones, pirámides mayas y aztecas, pero de una manera muy superficial. México es un país al cual los polacos le tienen mucho cariño. Me acuerdo que nos parecía eso maravilloso. La invitación era por seis meses. Yo tenía avanzado mi doctorado, pero todavía me faltaban unos cuantos meses para terminarlo.

Tuvimos que tomar la decisión: o nos separábamos para que mi esposo viera cómo estaba México y cómo estaban las condiciones de trabajo, y si todo estaba bien, entonces yo lo alcanzaba junto con nuestra hija, o yo dejaba en suspenso mi doctorado y me iba con él.

La decisión que tomamos, o que más bien tomé yo, fue que mi doctorado era más importante que el viaje a México.

Entonces nos separamos. Esa separación que parecía ser por seis meses, se volvió una separación de casi dos años, y no fue culpa de nadie, ni de mi esposo ni mía, sino más bien de las circunstancias políticas. Fue en mayo de 1981 que mi esposo salió hacia México y las primeras cartas y llamadas telefónicas confirmaron que le gustaba mucho, que la situación laboral y el país mismo le parecían fascinantes y que quería que nosotras nos juntáramos con él. Yo planeaba terminar el doctorado para diciembre del año 1981 y ya estaba arreglando mi salida, boletos de avión y visas, para que nos juntáramos en México con mi esposo para la Navidad de ese año.

Tuve el examen de grado el día 4 de diciembre, el 6 de diciembre hice la fiesta de despedida para todos mis amigos y familiares, solicité la licencia por un año en mi trabajo en la universidad, tenía los boletos comprados, esperaba las visas de turista de la embajada mexicana y lo que sucedió, y que nos impidió la salida de Polonia, fue el estado de sitio que el general Jaruzelski impuso el día 12 de diciembre. Yo tenía boletos de avión para el día 16 de diciembre.

El estado de sitio significaba la paralización total de actividades cívicas y sociales en el país, incluyendo la clausura de los aeropuertos y de las fronteras.

Prácticamente, uno no podía salir de su ciudad. Para moverse de una ciudad a otra se necesitaba pedir un permiso especial. Se desconectaron todas las líneas telefónicas y bueno, para qué les cuento. Total, que no pudimos salir. Mi esposo decidió no regresar al país, se quedó en México esperando que la situación se aclarara y que pudiéramos reunirnos en México. Eso no fue posible.

El año siguiente, 1982, seguimos separados, mi esposo en México y yo allá, en Polonia. Cuando ya los polacos me permitían salir, resultó que la embajada de México en Polonia no me otorgaba visa, ni a mí ni a mi hija, para unirme con mi esposo.

Además, en el 1982 a mi esposo le tocó la devaluación y el congelamiento de las cuentas en dólares en México, y así todos sus ahorros que había hecho durante más de un año de trabajo, prácticamente se le fueron con la devaluación. Entonces, tomó la decisión de comprar, con los ahorros que le quedaban en pesos, un coche Volkswagen Caribe rojo, que en esa época era lo máximo, y lo mandó a Europa por vía marítima. El mismo se trasladó a Alemania para recoger el coche y así llegó en enero de 1983 a Polonia para tratar de recuperar a su familia. Así fue como nos reunimos de nuevo.

Al platicar sobre cómo estaba la situación en México y al compararla con la situación en Polonia, tomamos la decisión de salir, aunque fuera por un año, a México.

La llegada a México

Cambio de la Academia en Polonia por la Academia en México

Por segunda ocasión me despedí de mi universidad y de mis amigos. Pero antes aproveché, que había un convenio entre la Universidad de Varsovia y la UNAM para venir a México no simplemente como esposa de mi esposo, sino también para tener una oportunidad de continuar mis actividades académicas. A la UNAM, ya en otros años, habían venido colegas de mi propio grupo de Varsovia.

Curiosamente, ese intercambio entre investigadores de la Universidad de Varsovia fue nada más en una sola dirección, es decir, desde Polonia hacia al Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas en la UNAM.

El convenio de intercambio fue firmado gracias a una mujer polaca, una de las mejores Matemáticas en el área de Lógica Matemática, la Dra. Helena Rasiowa. No conozco muy bien la historia, pero ella tuvo algún contacto previo, estuvo en México y gracias a su visita se acordó un intercambio entre la Universidad de Varsovia y la UNAM.

Entonces, aproveché esa relación que ya existía entre ambas Universidades, y solicité mi traslado a México por intercambio de un año.

Los colegas mexicanos, que en ese momento no sabían ni a quién estaban invitando, aceptaron mi solicitud y el 1° de agosto de 1983 arribé con toda mi familia a México .

La situación nuestra era bastante buena, mi esposo regresó al trabajo anterior y yo me presenté en la UNAM. Me encontré con una grata sorpresa de que no solo me aceptaban con mucho gusto en el IIMAS, sino que además me iban a pagar una modesta beca durante el primer año de mi estancia.

La pregunta que me hago ahora es si mi condición de mujer me ha ayudado o me ha dificultado mi experiencia en la UNAM durante los últimos 12 años, que nos quedamos en este país. ¿si ser mujer me ayudó o no?

Creo que desde el principio, y prácticamente durante toda la estancia en México, la condición de mujer, y además de extranjera, me ha ayudado. Mis colegas nunca me han visto como una competencia o como una amenaza para sus posiciones, lo que normalmente sucede cuando llegan hombres, de otros lados, con cierta preparación. Creo que no me tomaban muy en serio, pues mi estancia iba a ser temporal. Entonces me aceptaron. Más bien, creo que hasta les hacía gracia tener a una mujer dentro del grupo de los investigadores, que además hablaba un español muy cómico, no entendía sus chistes, y creo que al principio era gracioso convivir conmigo.

Además, yo tengo un carácter, otra vez con la modestia inevitable, bastante agradable. Es decir, soy una mujer que a todos saluda, a todos sonríe, entonces no era conflictivo tenerme cerca. En ese sentido creo que me ha ayudado mi condición de mujer para quedarme en el ámbito académico.

Pero, por otro lado, creo que también me ha dificultado un desempeño máximo en el área de investigación en computación, y ahora trataré de explicarlo...


Hasta aquí el capítulo de hoy. Nos leemos la siguiente semana para saber como ha sido la participación de la Dra. Hanna en el área de computación, y que circunstancias han estado presentes 🙂

Capítulo final: La UNAM

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