“Cómo ser una mujer científica feliz y no morir en el intento” es un artículo que nos compartió la Dra. Hanna Oktaba, lo escribió en 1995 para el Programa Universitario de Género. A través de varias anécdotas aborda el tema de la mujer en la ciencia desde su experiencia personal.
El artículo está dividido en capítulos que publicamos cada semana. Les dejamos el segundo: “Familia vs Escuela”.
👉 Primer capítulo: “Contexto social”
(La nota está narrada en primera persona porque es una transcripción del artículo original, la autora es la Doctora Hanna Oktaba)
Familia vs Escuela
Tratando de entender qué fue lo que me ha impulsado para buscar una carrera científica en mi vida, me llega a la mente un primer recuerdo de importancia, precisamente de la primaria.
En mi época la primaria duraba siete años. Terminando la primaria, mi mamá quería mandarme a la secundaria, una escuela de cuatro años entre secundaria y preparatoria en términos mexicanos, era una escuela que preparaba gente con una orientación en administración y economía. Mi mamá deseaba que yo siguiera estudiando relaciones internacionales y comercio, porque ella tenía una amiga de su infancia, la cual en vez de empezar a trabajar temprano y tener hijos, escogió la licenciatura en relaciones internacionales y al terminarla tuvo mucho éxito profesional, viajaba mucho por varios países de Europa. Entonces mi mamá trató de encaminarme a mi, su hija mayor, hacia esa dirección de sus sueños no cumplidos.
En ese momento intervino mi profesor de matemáticas de primaria.
Tuve un profesor excelente durante mis últimos tres años de primaria, quién se dio cuenta de mis aptitudes hacia las matemáticas. Cuando yo le comenté que mi mamá me quería enviar a una escuela que me encaminaba hacía la educación económica, el maestro visitó mi casa y convenció a mi mamá de que sería mucho más conveniente que yo me dirigiera a una escuela preparatoria – bueno, voy a usar ese nombre porque no hay equivalencias -, que me preparara en forma más general. Eso se llamaba “liceo” en Polonia en esa época, y esos liceos te preparaban para cualquier carrera.
Esas escuelas tenían un examen de admisión, que era más difícil que en otras escuelas, así que una tenía que ser buena alumna para poder aspirar a entrar. Pasé el examen; mi mamá accedió, y entonces a los catorce años no me encaminé directamente hacia cierta área, si no que tuve la oportunidad, a los dieciocho años, de decidir con mi propia experiencia y mejor conocimiento de causa, que era lo que quería estudiar.
Muchachas vs Muchachos
En la escuela preparatoria de cuatro años, tuve la suerte de estudiar en un grupo de alumnos, hijos de familias principalmente de intelectuales, de las pocas familias de inteligencia que habían sobrevivido a la II Guerra Mundial.
Los jóvenes de esas familias tenían cierta ventaja intelectual, empezando por la preparación familiar, comparándolo conmigo. Yo provenía de una familia donde el papá era obrero y la mamá trabajaba en una oficina, así que yo no tenía esa herencia intelectual que tenían mis compañeros de clase. Eso en vez de deprimirme, me estimuló para tratar de alcanzar el nivel de mis compañeros.
Además tuve la suerte de que en mi salón de clases hubiera varias muchachas, no solamente guapas sino también inteligentes. Formamos un grupo de competencia con nuestros colegas. A esa edad, entre los catorce y dieciocho años, hay por un lado, cierta atracción entre los adolescentes, pero también hay competencia entre ellos para ser mejores en el nivel académico escolar. En nuestro caso eso fue muy estimulante y a mí me ayudó mucho.
Tuve la suerte de destacar principalmente en las clases de ciencias exactas: en Matemáticas, Física, Química, mientras que en las humanidades me iba bien, pero no tanto.
Eso me impulsó para decidir mi futura carrera terminando la escuela.
En esa época -finales de los años 60-, la Computación apenas estaba arrancando como un área interesante, un poco extravagante. A mi me llamaba la atención como algo nuevo, con posibilidades futuras de impactar más, aunque ni me imaginaba que íbamos a llegar a tener computadoras prácticamente en cada escritorio.
En esa época, en la Universidad de Varsovia, en la carrera de Matemáticas después de dos años existía la posibilidad de especializarse en Informática. Entonces sin pensar mucho, presente el examen de admisión a Matemáticas y pasé, pensando en escoger posteriormente la especialización en Informática.
Con respecto a qué tan fácil o tan difícil era para mí continuar con esa carrera, me acuerdo de un pequeño episodio…
Tercer capítulo: “La falda hippie”